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Ideas sobre la autodestrucción

La mercancía de la naturaleza y su desgracia:
El caso de la pastera Botnia como representación de cualquier 
otra animalada del género humano contra sí mismo.


A modo de introducción


Este 9 de noviembre se cumplirán cinco años de la puesta en operación y en destrucción de la finlandesa "Botnia", la Pastera de Celulosa más trístemente célebre del mundo, la más importante en daños, que comenzaba a funcionar en 2007 a orillas de uno de nuestros más lindos ríos con vida. Ya un lustro con la preocupación que le dio forma a este breve estudio que no pierde vigencia porque tampoco lo hace la estupidez humana, que se actualiza también con cada minera, en cada fracking y por todas y cada una de las numerosas oportunidades en las que el ser humano se permite el irremediable y mortífero placer de razonar con el orto y cagarse en el resto.
En el desafío que sigue siendo la comprensión de este sistema productivo-destructivo que heredamos, que elegimos y nos consume, el primer capítulo está principalmente dedicado a describir los daños que produce una pastera en el proceso de producción de papel. Se conecta con el segundo capítulo en la deshonesta política de traslado industrial y saqueo de naturaleza por parte de los países "desarrollados" hacia los otros. También me explayo sobre otros casos ilustrativos en carácter de pronósticos infalibles de lo que el negocio Botnia nos quita. En el capítulo tres recorro brevemente junto con Castoriadis, Rozitchner y Bookchin el fundamento del sistema de producción capitalista, en el intento de deconstruir –de comprender– esta lógica de muerte, enfocando en la relación que los humanos entablamos con la naturaleza en sociedades como las nuestras.
"¿Cuál es el problema principal del mundo? ¡El agua dulce! ¡Vienen por eso! Quince años más y solo 45 personas de cada 100 tendrán agua dulce" me peguntaba y me respondía preocupado Daniel Verzeniassi (bioquímico y presidente en ese entonces del Foro Ecologista de Paraná) en aquella larga entrevista del 2005. Nos quedan 7.


Capítulo 1 | Un mal papel

 

“El capitalismo es el régimen que apunta a incrementar por todos los medios la producción –cierto tipo de producción, no lo olvidemos–, y a disminuir por todos los medios sus costos –costos que son, tampoco lo debemos olvidar, definidos de modo muy restrictivo: ni la destrucción del medio ambiente, ni el aplastamiento de vidas humanas, ni la fealdad de las ciudades, ni la victoria universal de la irresponsabilidad y del cinismo (...) están tenidos en cuenta en este cálculo, y no podrían ser tomados en cuenta en ningún cálculo de este tipo–” Cornelius Castoriadis (1).  

C omenzar con esta extensa cita merece una explicación. Tratar de entender el  fenómeno de la destrucción irremediable del ambiente que nos envuelve y permite  nuestras vidas a cambio de la producción industrial y la ganancia –y  particularmente la instalación de una pastera de celulosa (al principio eran dos) en el corazón de nuestra región– no es recurrir de ninguna manera a un inescrutable misterio. Es, en cambio, sumergirse en la más pura irracionalidad del primer régimen social que se pretende absolutamente racional, y que debe hacer pie en la incoherencia más absoluta para poner en jaque el entorno a escala planetaria y al hombre en un mismo proceso. Sólo internándose en la (i)lógica del capitalismo es como todo este absurdo naturalizado (del cual Botnia es una de las tantas formas que adopta) cobra sentido y es interpretable. Desgranar el denso contenido de la cita es todo el intento de estas publicaciones, en el afán de entender como son viables y se legitiman prácticas que atentan, en definitiva, contra la vida y su disfrute.

De esto se trata

Los impactos que producen las fábricas de celulosa son monstruosos y numerosos. El consumo de papel excede las 268 millones de toneladas por año y, para fabricarlo, debe montarse un inmenso proceso de destrucción: primero, las plantaciones que se realizan ocupan territorios que tiene un destino y una práctica agronómica diferente a esta implantación brutal: la consecuencia principal del monocultivo es el deterioro y la fuerte degradación de la biodiversidad biológica del lugar: “La pérdida de biodiversidad –asegura Verzeniassi– anticipa problemas de sostenibilidad, porque se pierde la posibilidad de un funcionamiento integrado del ecosistema. Al imponer una sola especie, rompés la integración del territorio natural que pierde la capacidad hidrológica de absorber las lluvias, de controlar de plagas; también impedís el desarrollo de actividades tan importantes en la región como la apicultura”. Además, la plantación de eucaliptos y de pinos, (que son las dos especies más aptas para la explotación de la madera en el caso de la industria papelera) tienen una gran demanda de agua, recurso valiosísimo cuya presencia peligra en el mundo y que es derrochado también en los otros momentos del proceso de producción de papel y que serán brevemente descriptos a continuación.

El paso siguiente en el proceso de convertir el hábitat de millones de personas en papel para embalar consiste en separar las fibras de celulosa, que están fuertemente unidas por lignina, y producir la pasta o pulpa. Esta puede producirse básicamente a través de métodos químicos o métodos mecánicos. El principal (utilizado por Botnia) es el método químico denominado de sulfato o kraft, que produce emisiones tóxicas al aire, tales como dióxido de azufre (2). Este es el gran responsable de la lluvia ácida y también del olor a huevo podrido que, entre otros motivos, ha provocado que países como Alemania lo prohibieran totalmente.


Las aguas residuales resultantes de la cocción de la madera son muy contaminantes y a menudo son tratadas, depuradas y recicladas para recuperar el sulfuro de sodio y la soda cáustica. En los efluentes líquidos se liberan restos de celulosa que se depositan en los fondos acuáticos, acabando con la vida existente en ellos. Del mismo modo ocurre con las sales de aluminio empleadas para purificar el agua procesada, de altísima toxicidad. Posteriormente, y con el objetivo de producir celulosa blanca pura, la pasta química es blanqueada con removedores de lignina, cloro y sus derivados, que han creado problemas de contaminación y de salud para trabajadores y consumidores: la industria del papel emplea anualmente alrededor de 3 millones de toneladas de cloro para blanquear pasta. Del total de compuestos organoclorados formados durante el proceso de blanqueo solo han podido identificarse 300 de ellos, que equivalen a un 10% del total contenido en los efluentes. Estos, y los que aún son un misterio, afectan la vida acuática y se almacenan en los tejidos grasos de los organismos, bioacumulándose a lo largo de la cadena alimenticia. En los seres humanos provocan trastornos de los sistemas inmunológico, nervioso y reproductor.

Fuente: Los Andes


La contaminación del agua es sin lugar a dudas el desastre más grande que ocasiona el hombre contra sí mismo, y Daniel lo dice sin vueltas: “¿Cuál es el problema principal del mundo (y estoy convencido de que vienen por eso)?. ¡El agua dulce! Quince años más y solo 45 personas de cada 100 tendrán agua dulce. ¿Cuánto consumen de agua las industrias? Entre el 20 y el 25 % del agua, según el lugar del mundo. Entre el 60 y el 70 lo consume la foresto-agricultura. Y solo el 7%, más o menos según el lugar, es para el consumo humano”. No solo se consume en la forestación y en los lavados de la pasta, sino que después las colas de lavado van a mezclarse con los cursos de agua no usados. “Yo puedo tomarle mil litros de agua a un estanque de 5 millones de litros —me dice Daniel, pero esos mil luego de ser usados en mi industria y cargados de químicos, son volcados en los 5 millones y los contamina a todos... los ríos mueren.”

Todavía más concreto

La industria de celulosa tiene una larga historia de contaminación en el mundo y particularmente en los países industrializados. Si bien es cierto que algunas empresas han introducido mejoras en sus procesos industriales, también es cierto que ello ha sido producto de la larga lucha de la sociedad civil y no de decisiones voluntarias adoptadas por la industria. Esto es importante destacarlo, debido a que más adelante este trabajo se introducirá en el racionalismo capitalista y la concepción de la naturaleza, del hombre y de la vida que conlleva y posibilita esta y otras negligencias por parte de los “capitalistas” (y no solamente).

El problema de la contaminación industrial y el de las pasteras de celulosa es mundial, pero lentamente van rotando los escenarios. Desde los años setenta se viene sustentando y fortaleciendo una política internacional de traslado industrial o, más en criollo, de gran basural latinoamericano. Verzeniassi me advertía que “estamos presenciando la transformación de nuestro territorio en parque industrial para el proceso de recursos naturales que solo nosotros tenemos (porque el mundo se ha devastado... este mundo tarado de producciones globales, de industrias globales... de mascar chicle y usar adidas en el medio de la selva amazónica, en medio de las pocas selvas que le quedan al África)”. Esta propuesta de producción y de consumo mundial arrasó a los países industriales en sus territorios y hoy intentan recuperar ciertas biohabitabilidades, sacándose de encima lo que produjo el mayor impacto. Pero si bien es un cambio muy positivo el que se empiece a tener en cuenta la vida como un costo demasiado grande, es otra efusión de irracionalidad que sólo se busque un cambio de lugar en vez de un cambio de mentalidad (3). Vienen por nuestros lugares, como si el mundo no fuera otra cosa que uno solo, y estas primeras pasteras no son más que una muestra acabada de esta decisión política.

Por Banksy

Nuevamente, me atrevo a otra cita extensa que encuentro también ampliamente justificada. Se comunica con la primera y arroja luz sobre la locura y la muerte con las que aquí se lidia. Pertenece a la introducción de Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, pero aquí introduce el próximo capítulo de este trabajo.

“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Éste ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos (...) Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los humanos.”

Es América Latina, la región de las venas abiertas.



Referencias  ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
(1) CASTORIADIS, Cornelius. Figuras de lo pensable. Fondo Económico de la Cultura. Argentina. 2001. Pág. 88. El subrayado es mío.
(2) Entre uno y tres kilogramos por tonelada de pasta.
(3) No es esta la razón movilizadora por excelencia, no debemos ser ingenuos. En el capítulo dos hago mención de los costos que realmente les interesa reducir. La reflexión de Castoriadis que encabeza este capítulo no pierde vigencia en ningún momento del trabajo.




Bibliografía

CASTORIADIS, Cornelius. Figuras de lo pensable. Fondo Económico
de la Cultura. Argentina. 2001.
ROZITCHNER, León. Freud y el problema del poder. Folios Ediciones.
México. 1982.
BOOKCHIN, Murray. La Ecología de la Libertad. Nossa y Jara Editores.
1999.
GALEANO, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina. Editorial
Siglo Veintiuno. Argentina. 1974

Informes

Grupo Guayubira. Los supuestos beneficios de las plantas de celulosa.
¿Verdaderos o falsos?
Greenpeace Argentina. Impactos de la producción de papel. La industria,
el gobierno y los consumidores pueden tener un mejor papel. 1997

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