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Mi cuerpo y tu sombra (6)






H oy es el día. Hoy voy a leer esa carta de un tirón, cueste lo que cueste. Al final,  saber que está en ese cajón que me grita y se sacude es más perturbador que  saber lo que está escrito. Más la ignorás y más se hace notar, como la realidad  misma.

El pasado y el presente se me vuelven a confundir. Digamos que como siempre pero más. ¿Qué es uno sin el otro después de todo? ¿Qué nos trajo hasta aquí acaso?

El pasado que asalta al presente en cortometrajes, "El abominable retorno de lo inconcluso" en los atardeceres de domingo, por Volver, con ráfagas de imágenes en colores y sonidos, con perfumes y texturas. Pero de todo lo más vívido es la nostalgia, que queda suspendida como el humo de aquellas cenizas memorables.

Esta carta de sobre gordo y alargado, que no me dice nada a trasluz, es un pasado envuelto como presente –felíz día de los inocentes y muchas gracias–, una interferencia en la señal de mis circunstancias, un deja vú de los buenos. Y aunque esto que cuento pasó hace tanto, y esta carta no debe ser más que un eco, la sombra del viento que alguna vez me arrancó de pie, quedan pedazos y momentos tan recortados en la memoria que sólo se pueden decir en presente. 


Con el tiempo comencé a comprender como vivenciar mejor estos pantallazos con aroma a causas pendientes, a siemprevivas en todos los balcones del alma. Tantos años de pasados y pasadas no son en vano. Ahora –siempre que puedo y me sale– sueño y recuerdo en tercera persona, como si fuera una película dirigida por nadie, como si fuera de otro lo que siempre se desarma. Cuando me asalta el expectro (también conocido como el fantasma de la ex) me desmarco a veces a lo Messi, me convierto en el crack de la nostalgia en diferido. La angustia es un error de perspectiva, y yo de vez en cuando lo puedo comprobar.

La busco decidido a algo, quizás a abrirla, quizás a quemarla sin más. Mentira. Unos versos de Benedetti me hacen música mientras camino hacia ese cajón.

Una carta de amor no es el amor
sino un informe de la ausencia

Quiero acordarme el resto, no hay caso. Me desvío. Benedetti pide tiempo, "la hora réferi" grita el viejo desde su paisito eterno.

Una carta de amor
no es un naipe de amor

una carta de amor tampoco es una carta
pastoral o crédito / de pago o fletamento

en cambio se asemeja a una carta de amparo
ya que si la alegría o la tristeza
se animan a escribir una carta de amor
es porque en las entrañas de la noche
se abren la euforia o la congoja
las cenizas se olvidan de su hoguera
o la culpa se asila en su pasado

una carta de amor
es por lo general un pobre afluente
de un río caudaloso
y nunca está a la altura del paisaje
ni de los ojos que miraron verdes
ni de los labios dulces
que besaron temblando o no besaron
ni del cielo que a veces se desploma
en trombas en escarnio o en granizo

una carta de amor puede enviarse
desde un altozano o desde una mazmorra
desde la exaltación o desde el duelo
pero no hay caso / siempre
será tan sólo un calco
una copia frugal del sentimiento

una carta de amor no es el amor
sino un informe de la ausencia

Marco la hoja del libro con el sobre gordo y alargado y le doy a estos versos el mejor señalador que podrían haber tenido.
Descubro que me quedé pensando en el cansancio de estas verdades cuando me asusta el timbre de la puerta. Alguien vino y todo vuelve al cajón donde empezamos.
Es momento de atender al presente.





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