No le hables a tu muro.
Es como hablarle a la pared.
H oy hace mucho frío en Paraná. El frío parece producir en algunas personas sentimientos muy encontrados. Algunas personas necesitan expresarlos. Algunas se lo dicen literal y personalmente.
Me cae muy simpática la gente que le escribe en facebook a las cosas con las que –lamento desilusionarlos muchachos– no podemos comunicarnos. No al menos con estos signos.
Ya todos sabemos que se puede leer cada cosa en el muro infernal, que los cuadraditos negros y las reflexiones melosas son una constante (y mejor no entrés un domingo de lluvia porque agarrás una 38 y ¡pum!). Ahora bien, cuando das con frases como "¡Bienvenido otoño!" o "¡Frío, volvé a ese lugar de donde venís!!!" me sobrevienen ganas incomparables decagarlos bien a tromp comprender semejante fenómeno discursivo.
Me cae muy simpática la gente que le escribe en facebook a las cosas con las que –lamento desilusionarlos muchachos– no podemos comunicarnos. No al menos con estos signos.
Ya todos sabemos que se puede leer cada cosa en el muro infernal, que los cuadraditos negros y las reflexiones melosas son una constante (y mejor no entrés un domingo de lluvia porque agarrás una 38 y ¡pum!). Ahora bien, cuando das con frases como "¡Bienvenido otoño!" o "¡Frío, volvé a ese lugar de donde venís!!!" me sobrevienen ganas incomparables de
Porque a ver: ¿Quién va a prometer que no ha conversado con la naturaleza alguna vez? ¿Quién puede ser el primer mentiroso en jurar sobre algo valioso que no miró enojado a su mascota mientras le gritaba "¡Así no Toby, cachorro malo!"? El tema comienza a complicarse en realidad cuando el objeto y/o ser vivo no se encuentra inmediatamente frente al sujeto dialogador, sino más bien en cualquier otra parte; usted podrá objetar que desde que se inventó el código morse nos comunicamos con algo o alguien que no está con nosotros, y su objetación, sinceramente, me caerá como el objete. A lo que no será tan sencillo de escatimarle lógica es al hecho contundente de que le escriben a objetos (y/o seres vivos) que, aunque no valga la aclaración, no tienen y nunca tendrán facebook: ergo, no lo leerán jamás (y un capítulo aparte merecen esas tiernas madres primerizas que publican la primer foto de la criatura con la frase "¡Bienvenido Luis Marcelo, te amo! tu mami". Señora, ¡su hijo no sabe leer! ¿Ya le compró la netbuk?).
¡¡Insensatosss, Insensatassss!! ¿¡A quién os están dirigiendo!? ¿Será acaso que los boludos a pedal ahora viajan a wi-fi?
Por supuesto que no. En realidad (obvioooo) le están escribiendo a un monitor y, casi por simbiosis, por exasperante contigüidad, a otros semejantes capaces de entender y gustar de aquel franciscano soliloquio. Y así es la cosa nomás, tan conectados y tan solos.
Mientras tanto, en ciudad gótica, el márgen derecho del facebook de aquellos comentadores del tiempo se abarrota de sweaters de Mauro Sergio en oferta exactamente de la misma forma en que el mío, costado despechugado si los hay, rebosa siempre e inexplicablemente de señoritas exuberantes promocionando algo.
Y para muestra basta –justamente– un botón:
Sospecho de todo esto |
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